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Tokio 2020: ¿la oportunidad para que Japón aborde la pesca sostenible?


Las subastas de atún son un espectáculo turístico en Tokio. Frente al mercado de pescado más famoso de la ciudad, a las cinco de la mañana se forman las primeras colas de visitantes que esperan disfrutar de la acción.


La atracción es tan popular que el pasado mes de octubre el mercado de pescado de Tsukiji, abierto desde 1935, tuvo que ser trasladado del centro de la ciudad al barrio periférico de Toyosu para hacer frente a las multitudes.


Ahora, los espectadores pueden ver la subasta de atún fresco y congelado desde una plataforma de observación especialmente diseñada para tal fin.


El atún, que puede pesar hasta 650 kilos, es la estrella indiscutible del espectáculo. Este año, un atún rojo gigante vendido por 2.77 millones de euros (3.1 millones de dólares) en Toyosu ha batido todos los récords anteriores.


Sin embargo, con el auge del turismo de marisco en Japón, las poblaciones de peces están cayendo en picada en todo el mundo.


El atún rojo es uno de más sobreexplotados.


Como consecuencia, las tres especies de atún rojo se encuentran en peligro de extinción.

Después de que los últimos Juegos Olímpicos de Río y Londres se centraran en la alimentación sostenible, Japón se encuentra bajo presión para proporcionar alimentos marinos sostenibles a la gran cantidad de visitantes que se espera en Tokio para los Juegos de 2020.


“Queremos que el pescado y marisco de las pesquerías sea sostenible”, cuenta Wakao Hanaoka, fundador de Seafood Legacy, con sede en Tokio.


“Queremos utilizar los Juegos Olímpicos de 2020 como catalizador para acelerar este movimiento en Japón”, añade. Por el momento, no es tarea fácil.



Atún fuera de la carta

Japón es uno de los mayores consumidores mundiales de productos marinos, con unos 33 kilos per cápita en 2016, según Euromonitor.


En comparación, los italianos consumieron 16 kilos per cápita en ese mismo año.


Para poder servir pescado certificado y sostenible a turistas de todo el mundo durante los Juegos Olímpicos con el sello MSC del Marine Stewardship Council, reconocido internacionalmente, o el sello ASC del Aquaculture Stewardship Council, Japón tendría que depender más de las importaciones. Actualmente solo hay un restaurante en Japón que sirve exclusivamente pescado certificado por MSC.

Los chefs del Restaurante Blue, que abrió sus puertas en 2017, trabajan solo dos productos locales que tienen el sello MSC/ASC.


Todos los demás pescados vienen de fuera.


Los clientes buscan en vano atún en la carta, según Kota Shibai, que trabaja para Seafood Legacy y para el restaurante de Tokio.


“Muchos clientes me preguntan por qué no tenemos atún en Blue. Yo lo veo como una oportunidad para explicar la situación de la industria pesquera japonesa”, subraya Shibai. “En este momento, está lejos de la sostenibilidad”, añade.


Pesquerías japonesas de lavado azul

Esto es nuevo para muchos consumidores. Hanaoka subraya que la sensibilización es clave para proteger las poblaciones de peces.


“Muchos japoneses no quieren acabar con todos los peces del océano, simplemente no son conscientes del problema”, aclara.


Sin embargo, quienes están informados y desean proteger el futuro de la cocina japonesa a través de su consumo, encuentran a menudo certificados engañosos, según los críticos.



Japón tiene sus propias normas de certificación sostenible.


La industria introdujo el certificado MEL en 2007, seguido por el certificado AEL en 2014, que la industria pesquera ha adoptado con mucho más entusiasmo que las certificaciones internacionales.

Eso se debe a que es más fácil cumplir con los criterios locales. Según Isao Sakaguchi, profesor de derecho especializado en pesca de la Universidad Gakushuin de Tokio, el nivel es tan bajo que teóricamente “cualquier pesquería de captura silvestre, así como cualquier explotación acuícola, pueden conseguir el certificado ‘azul’”, color que representa la protección marina sostenible.


De este modo, una empresa especializada en atún rojo del Pacífico fue certificada de acuerdo con la norma MEL en 2015, a pesar de que el número de ejemplares de atún rojo se encontraba en mínimos históricos. Sakaguchi está convencido de que esta empresa nunca habría sido certificada de acuerdo con las normas internacionales MSC. Él llama a este procedimiento “bluewashing” (del inglés, lavado azul).



Fuente: Forbes

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