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Deforestación y degradación, las mayores amenazas de los bosques en América Latina


América Latina aglutina 935.5 millones de hectáreas forestales, lo que representa el 46.4% de la superficie total de la región, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).


Cinco países concentran el 80% del área total de bosque, entre ellos, Brasil, que posee más de la mitad de la superficie boscosa (53%).


No obstante, la región perdió 96,9 millones de hectáreas de bosque entre 1990 y 2015, según el informe ‘El estado de los bosques‘, de esa organización internacional.


Durante ese período, solo seis países latinoamericanos aumentaron su cobertura forestal con respecto a 1990: Chile, Costa Rica, Cuba, Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay.


Este último  fue el país que más incrementó su cobertura forestal con un aumento de más de 130%.

Ello es debido al sistema político local, que permite contratos de gestión con los propietarios  en las áreas que tienen el mayor potencial para la producción forestal.


“El Estado fomenta el desarrollo de este sector que proporciona 25.000 empleos directos y se lleva a cabo sin que ello vaya en detrimento de los bosques nativos.


Los bosques naturales aún representan 850,000 hectáreas del territorio, mientras que las plantaciones forestales ahora cubren 1.2 millones de hectáreas”, apuntó Marta Briones, vocera del European Forest Institute, en entrevista a DW.


Otros casos de éxito son Costa Rica y Chile. En Costa Rica, quienes mantengan bosques en sus propiedades pueden recibir un subsidio para no utilizar ese territorio para otros fines productivos.


En Chile, en cambio, el gobierno se centró en fomentar la restauración de los suelos degradados, así como la promoción de plantaciones forestales.


“El desarrollo de estos bosques ha venido acompañado por un fuerte desarrollo de producción de celulosa y de producción de madera para el sector de la construcción.


Los bosques plantados representan solo 2,4 millones de hectáreas en comparación con los 14.6 millones de hectáreas cubiertas por bosques naturales. Sin embargo, los bosques plantados producen el 99% de la madera extraída en Chile”, recalca Briones.


Bosques en peligro

Según el informe, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Paraguay, Guatemala y Argentina fueron los que más perdieron cobertura forestal con respecto a la que tenían en 1990.


Ello se debe a “la conversión del uso de suelo a otros usos, mayoritariamente la agricultura” recordó a DW Peter Csoka, portavoz del Día Internacional de los Bosques, proclamado por la ONU. La deforestación, la degradación y las prácticas ilegales son otras de las  causas de la pérdida de bosques, agregó.


Aunque desde esa organización internacional apuntan que la región continúa perdiendo área forestal, la tasa de pérdida pasó de 4.45 millones de hectáreas por año entre 1990-2010, a 2.18 millones por año entre 2010-2015.

“La agricultura, la ganadería y la urbanización se han mantenido, y la deforestación sigue.


La va haber siempre porque la población va creciendo y hay que hacer carreteras, pero va desacelerada”, explicó a DW, Hivy Ortiz, Oficial Forestal para la FAO en América Latina y El Caribe.

Esta amenaza se une a otros peligros. “La deforestación es visible, pero la degradación no, y es difícil de cuantificarla”, alertó apuntando que no existen datos de la misma.


No obstante, destacó algunas soluciones que se están adoptando para gestionar otras amenazas, como controles de talas en Centroamérica y la inclusión de los incendios en programas de manejo forestal en Chile. “Los países en América Latina están haciendo fuertes esfuerzos y planes de manejo para buscar la sostenibilidad”, aseguró.


Apuesta alemana

En este esfuerzo, América Latina, que alberga la mayor cantidad de bosques naturales del mundo (84%), cuenta con el apoyo de Alemania. Desde 1990, este país ha estado financiando proyectos de cooperación internacional en seis de los países que se encuentra  el bosque Mesoamericano, uno de los más importantes de la región, junto al Amazónico, el Andino y el Bosque Seco.


Según un estudio de la Fundación Prisma, Alemania aportó 100 millones de dólares a lo largo de 25 años. “Lo que distingue a Mesoamérica es el reconocimiento de los pueblos indígenas que existen desde hace décadas”, apuntó a DW, por su parte, Andrew Davis, Director del Programa de Bosques y Gobernanza Territorial de la fundación.


Aunque el papel de los pueblos originarios ha sido reconocido en diversos estudios que  demuestran que en sus territorios se concentran menos tasas de deforestación, ese argumento no acaba de convencer a los gobiernos. “No hemos visto que las lecciones aprendidas se hayan incorporado de manera institucional a la cooperación alemana”, lamentó Davis, recordando que “tenemos una oportunidad para dar reconocimiento a los pueblos indígenas”.


Pero Alemania también está detrás de la financiación de dos programas de educación forestal que se lanzarán el próximo año, avanzó Csoka. Con ellos se pretende “ofrecer mayor información a los ciudadanos de cómo su relación con la naturaleza se está deteriorando debido al desarrollo tecnológico y a una fuerte urbanización”, dijo.


Fuente: Forbes

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