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La obesidad se triplica en América Latina por un mayor consumo de ultraprocesados y comida rápida


Un niño peruano come en un establecimiento de comida rápida.

Las cifras son abrumadoras: 105 millones de personas padecen obesidad; un 24% de la población de la región, que se coloca así a la cabeza de la ingesta excesiva de calorías en todo el mundo. Mientras tanto, el hambre, la otra cara de la malnutrición, ha crecido un 11% desde 2014 y afecta ya a 42,5 millones de latinoamericanos.


La prevalencia de la obesidad en adultos en América Latina y el Caribe se ha triplicado desde los niveles que había en 1975 como consecuencia de un cambio en la alimentación con un mayor consumo de comida rápida y ultraprocesada, señala el nuevo informe de Naciones Unidas, el Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional 2019, redactado por las cuatro principales agencias de la ONU* con autoridad en la materia, que han hecho un llamamiento promover entornos alimentarios más saludables.


Según el informe, el aumento más considerable de la obesidad en adultos en la región se observó en el Caribe, donde el porcentaje se cuadruplicó, pasando de 6% en 1975 a 25%, un incremento en términos absolutos de 760.000 a 6,6 millones de personas.

El explosivo aumento de la obesidad –que afecta al 24% de la población regional, unos 105 millones de personas, prácticamente el doble del nivel global de 13,2%– no sólo tiene enormes costos económicos, sino que amenaza la vida de cientos de miles de personas”, explicó el representante regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Julio Berdegué.


La publicación destaca que la región está peor que el resto del mundo en la mayoría de los indicadores de malnutrición relacionados con la ingesta excesiva de calorías: el sobrepeso se ha duplicado desde la década de los setenta, y afecta hoy al 59,5% de los adultos en la región, 262 millones de personas, mientras que a nivel global la tasa es 20 puntos porcentuales menor: 39,1%.


Según el Panorama, cada año 600.000 personas mueren en América Latina y el Caribe debido a enfermedades relacionadas con la mala alimentación y la obesidad, como diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares.

La alimentación inadecuada está asociada con más muertes que cualquier otro factor de riesgo, algo que amenaza a nuestras futuras generaciones, ya que la obesidad tanto en la niñez como en la adolescencia se ha triplicado entre 1990 y 2016.


En contraste con el problema de la obesidad, América Latina tiene menores tasas de subalimentación que el resto del mundo, un 6,5% para la región frente al 10,8% mundial, incluido el apartado de desnutrición crónica infantil, que es del 9% frente 21,9% en el resto del planeta, y mucho menores tasas de desnutrición aguda infantil, sólo 1,3%, versus el 7,3%.


De esa forma, por cada persona que sufre hambre en América Latina y el Caribe, más de seis padecen sobrepeso u obesidad.



Cambios en el entorno alimentario


El Panorama hace un análisis detallado de cómo ha cambiado el entorno alimentario de la región, entendido como el espacio de interacción entre las personas y las condiciones físicas, económicas, políticas y socioculturales que influyen en la manera que adquieren, preparan y consumen alimentos.


Por ejemplo, la agricultura y la producción de alimentos se orientan cada vez más al suministro de supermercados y de los hipermercados. Este proceso forma parte de una tendencia de cambios que se están presentando en los sistemas alimentarios.


En la mayoría de los países de América Latina ha tenido lugar una concentración de los supermercados, sobre todo desde la década del 2000. Las cadenas internacionales han adquirido varias cadenas locales y actualmente ocupan una porción importante del mercado.


La expansión de las cadenas de supermercados y la preponderancia que han tomado las grandes industrias procesadoras de alimentos ha hecho que los productos ultraprocesados estén disponibles en todas partes, y a menores precios que la comida nutritiva.


Inventos de la ciencia, no comida


Los productos ultraprocesados son formulaciones industriales elaboradas a partir de sustancias derivadas de los alimentos o sintetizadas de otras fuentes orgánicas. En sus formas actuales, son inventos de la ciencia y la tecnología de los alimentos industriales modernas. La mayoría de estos productos contienen pocos alimentos enteros o ninguno. Se comercializan listos para consumirse o para calentarlos y, por tanto, requieren poca o ninguna preparación culinaria.


“Aunque los supermercados pueden ofrecer alimentos diversos, también parece haber una relación directa entre la presencia de supermercados y el consumo de productos ultraprocesados. De hecho existe evidencia de que las compras en supermercados pueden aumentar la proporción de compras de ultraprocesados”, asegura el informe.


Las ventas de productos ultraprocesados son las que más crecen en América Latina, lo que incrementa la exposición de la población a cantidades excesivas de azúcar, sodio y grasas: entre el 2000 y 2013, el consumo de productos ultraprocesados creció más de 25%, y el consumo de comida rápida creció casi un 40%.


En otra reciente publicación, la Organización Panamericana de la Salud ha llegado a calificar la venta desproporcionada de ultraprocesados como el principio de una epidemia.


Pobreza y malnutrición


Los pobres son quienes más han sufrido producto de estos cambios, ya que hoy para este grupo de población puede resultar más caro comer sano que comer mal.


Los ingresos de las familias y el costo de los alimentos determinan en buena medida la cantidad, la variedad y la calidad de los alimentos a los que acceden las personas. En otras palabras, el poder adquisitivo de los hogares influye en su capacidad para cubrir las necesidades calóricas y nutricionales de mantener una vida saludable y activa. Por lo tanto, los aumentos en los ingresos de los hogares pueden mejorar el acceso a alimentos inocuos y nutritivos.


Por el contrario, altos niveles o cambios abruptos de los precios de los alimentos pueden afectar a la cantidad y calidad de la dieta a la que accede un determinado hogar.


En el extremo opuesto están las personassubalimentadas. Según la definición de Comisión Económica para América Latina y el Caribe, la pobreza extrema medida a través de ingresos monetarios se entiende como una condición en la que los ingresos de los hogares son insuficientes para adquirir una canasta básica alimentaria que permita cubrir las necesidades nutricionales, es decir, las calorías mínimas para llevar una vida sana y activa.


Regreso del hambre


De acuerdo con la CEPAL, la pobreza extrema en la región ha mostrado una tendencia al alza en los últimos cinco años. Según las últimas estimaciones, el 10,2% de la población regional vive en la pobreza extrema, esto es, 63 millones de personas.


Este nivel muestra un deterioro de las condiciones de la población desde 2014, un año en que la pobreza extrema alcanzó su mínimo en las últimas dos décadas con una tasa de 7,8%, equivalente a 46 millones de personas. Como resultado, el número de personas en situación de pobreza extrema es mayor a su nivel de 2002.


“En este escenario de deterioro del panorama económico y de aumento de la pobreza es esperable que la subalimentación también haya crecido desde la mitad de la década”, señalan las cuatro agencias que publican el informe y advierten de un aumento preocupante del hambre.


Desde 2014, el hambre ha vuelto a crecer en 4,5 millones de personas, lo que representa un aumento del 11%, alcanzando este doloroso sufrimiento a 42,5 millones en 2018, su punto más alto de la última década.


Alarma por la situación de los niños


“En América Latina y el Caribe, demasiados niños y niñas comen muy poca comida saludable y demasiada comida procesada”, dijo Bernt Aasen, director regional del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia en América Latina y el Caribe.


Añadió que “casi 1 de cada 5 niños y niñas menores de 5 años están desnutridos o tiene sobrepeso, lo que les impide crecer bien. Es una tarea de todos que la comida saludable esté disponible y sea asequible para todas las familias, especialmente las más vulnerables.”


Por su parte, la directora de la Organización Panamericana de la Salud, Carissa F. Etienne aseguró que “debemos actuar ahora para revertir esta tendencia y evitar que los niños sufran las consecuencias de la mala alimentación en su salud y en su calidad de vida futura”.


Etienne añadió que “para lograrlo, necesitamos del compromiso de toda la sociedad y de políticas públicas que regulen los productos alimenticios malsanos, creen entornos propicios para la actividad física y promuevan la alimentación saludable en la escuela y en la mesa familiar”.


Recomendaciones contra la obesidad

El documento destaca varios pasos que se pueden adoptar para de promover entornos alimentarios más saludables como:


  • el establecimiento de impuestos e incentivos fiscales que favorezcan una alimentación adecuada el refuerzo de los sistemas de protección social

  • la creación de programas de alimentación escolar

  • la regulación de la publicidad y de la comercialización de alimentos

  • mejorar el etiquetado de alimentos con sistemas de advertencia nutricional frontal

  • asegurar la inocuidad y calidad de los alimentos que se comercializan en la calle

  • reformular la composición de ciertos productos para garantizar su aporte nutricional

  • El informe señala que la región ha empezado a reaccionar ante el alza de la malnutrición mediante una serie de políticas públicas. Países como Chile, Ecuador, Perú y Uruguay han implementado leyes de etiquetados de alimentos, que permiten a los consumidores tomar mejores decisiones al momento de la compra.


Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, México, Perú, Panamá y Uruguay han mejorado la regulación sobre publicidad de alimentos, y al menos 13 países de la región han adoptado medidas fiscales y de carácter social que buscan favorecer una alimentación adecuada.


Según el Panorama, los programas de protección social, alimentación escolar, los sistemas públicos de abastecimiento y comercialización de alimentos y las políticas que promueven la inocuidad y calidad de los alimentos son fundamentales para mejorar la nutrición.


“Si expandimos los programas de protección social en nuestra región, enfrentaríamos mejor la doble carga que el hambre y la obesidad representan para comunidades y familias”, dijo el director regional del Programa Mundial de Alimentos, Miguel Barreto. “Son dos caras de la malnutrición”.

Los programas de protección social cubren hoy a más de 200 millones de personas en América Latina y el Caribe, incluyendo 85 millones de escolares que reciben desayunos, meriendas o almuerzos.


*La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP).


Fuente OMS /FAO



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