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Cuando el ingrediente es el talento

La gestión del talento tiene una importancia estratégica decisiva en la formación de una persona. Es uno de los motores principales junto a la ilusión, la perseverancia y el trabajo constante.


Cocinar el talento es una de las cosas más complicadas de gestionar en tenis. El talento es un caballo desbocado que incita a soñar muchas veces antes de tiempo y libera un frenesí emocional tanto para el protagonista como para los que le rodean.


Porque ver a un joven tenista pegarle a la bola con astucia y, además, ser capaz de ayudarle en su transición al profesionalismo debe ser algo similar a estar entre fogones para aquellos entrenadores que comparten ‘cocina’ entre pista y pista.


Hace unos días visité la Academia de Patrick Mouratoglou, el prestigioso entrenador de Serena Williams, con motivo de su reciente vínculo a la compañía de textil y calzado ASICS.


Disfruté de una jornada de puro tenis. Había olvidado lo que pongo en boca cuando comento en la radio o escribo sobre este deporte. Dejé la raqueta hace nueve años y, en tenis, nueve años es una eternidad.


Pero, al pasear junto a Patrick por las instalaciones, no paraba de pensar en lo difícil que debe ser para todos esos pequeños tener talento, ser consiente de ello y sacrificar una vida normal por darle rienda suelta a esa capacidad para algún día, quien sabe cuando, conseguir entrar en la élite del tenis mundial si se da el caso.


Esta academia francesa, situada a pocos kilómetros de Niza, ha formado a más de 40 jugadores ATP y WTA desde 1996 y ahí había decenas de niños que, a las 8 de la mañana, ya estaban golpeando bolas con una intensidad desorbitante.


“Pienso que todos los jugadores son diferentes, con distintas cualidades y necesidades y nosotros tenemos que ser capaces de darles a cada uno de ellos lo que necesitan exactamente”, me explicó Mouratoglou en la charla particular que tuve con él.


Y es que la gestión del talento tiene una importancia estratégica decisiva en la formación de una persona. Es uno de los motores principales junto a la ilusión, la perseverancia y el trabajo constante. Todos juntos consiguen elevar el potencial, en este caso particular, de una joven raqueta soñadora.


Por eso, me gusta comparar a los entrenadores con los cocineros. Tienen entre manos elementos separados que, mezclados de cierta forma, dan resultado. El talento es visto como el ingrediente más indispensable para el éxito pero el éxito también depende de cómo se gestione ese talento.


* Periodista deportivo.

Por David Sánchez*

Contacto:

Twitter: @DASanchez

Fuente Forbes


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